

El objetivo fundamental de un árbitro es ejercer y mantener el control del partido por medio de la aplicación práctica del sentido de justicia incluido en las reglas de juego.
Con su actuación y desde su figura de autoridad referente posibilita la autorregulación de los jugadores, entrenadores, directivos y espectadores, y hace que los jugadores eviten las violaciones de las reglas logrando una perfecta relación con el juego. Su influencia se siente, pero el/ella no se nota.
Por ello su principal objetivo es generar un clima lo suficientemente cordial, para que el partido sea lo que todos queremos que sea, divertido y educativo… sea positivo.